¿Por qué mentimos?

Mentir, engañar, faltar a la verdad, ocultar datos, disfrazar las cosas. Todos mentimos, en mayor o menor medida, por distintas razones, aunque principalmente para obtener algún tipo de beneficio. El verdadero problema se presenta cuando éste lleva implícitas la manipulación y la explotación del otro. Lo cuál puede llegar a provocar estrés y otros problemas que se debe consultar con un psicólogo especialista en ansiedad.

Cuáles son las razones que nos llevan a mentir a los demás 

  • La Deseabilidad Social: deseamos presentar ante los otros una buena imagen y ocultar lo que no nos favorece.
  • Para evitar malos mayores (“mentiras piadosas”): nos convencemos de que decir la verdad causará más daño.
  • Para obtener una ventaja importante o evitar un problema.

Ejemplos de engaños célebres

A lo largo de la historia de la humanidad, han existido diversos engaños célebres. Por ejemplo, el de Tania Head -la impostora del 11-S-, que es la identidad falsa que asumió Alice Esteve Head para presentarse públicamente como una de las supervivientes de los atentados de las Torres Gemelas en Estados Unidos. También el de Enric Marco, quien fue reconocido y condecorado por el gobierno de su país, aunque después admitió en una rueda de prensa haber mentido durante 30 años haciéndose pasar por superviviente de un campo de concentración, con el fin de obtener una mayor atención pública. Ambos casos ponen de manifiesto que mentir es inherente a la condición humana

Teorías científicas sobre la mentira

Algunas teorías de reconocidos expertos en la materia admiten que la mentira contribuye a la rápida evolución de la inteligencia humana. De hecho, nuestros gestos hablan, nos dicen mucho. Entonces, ¿podemos saber si una persona miente analizando su lenguaje no verbal y verbal? En la comunicación humana, lo hablado representa un 35 %, y lo que no decimos con palabras representa un 65%. Así pues, ¿cómo se sabe cuándo y cómo mentimos? Por ejemplo, en algunos estudios científicos se afirma que el que miente se le enfría la nariz. A esto se le llama “Efecto Pinocho”.

En el año 1966 Haggard e Isaacs descubrieron las microexpresiones faciales mientras escaneaban películas y cintas de sesiones psicoterapéuticas. 

Las microexpresiones son momentáneas e involuntarias expresiones faciales que reflejan nuestras emociones. Nuestra mirada no es igual si estamos mostrando felicidad que si reflejamos tristeza.

Concretamente, un solo indicador (microexpresión) no muestra si una persona miente o dice la verdad, sino que hay que analizar la conversación, los movimientos en general, tanto faciales como corporales, y la interacción entre ellos. De hecho, las microexpresiones son movimientos muy rápidos que aparecen cuando conversamos, abarcan todo nuestro rostro y están intercalados entre expresiones normales y habituales. Las señales que reflejan que mentimos son inesperadas, inevitables, aparecen en un contexto de poca expresividad y duran más de una vigésima de segundo. 

Algunas de las microexpresiones más fáciles y habituales de reconocer cuando conversamos son: 

  • la tristeza
  • La sorpresa
  • La ira
  • El desdén
  • El disgusto
  • El temor
  • La felicidad.

Señales tener en cuenta si queremos averiguar si alguien miente

Ahora ya sabemos un poco más sobre por qué mentimos y qué señales nos indican u orientan a pensar que estamos mintiendo. Éstas son algunas señales que tenemos que tener en cuenta si queremos averiguar si alguien nos puede estar mintiendo:

  1. No mirar a nuestro interlocutor, evitando el contacto visual. Parpadeamos con más frecuencia y tendemos a mirar hacia la derecha.
  2. Mostrar rabia, tristeza de forma fingida, al no completar la expresión facial natural de tales expresiones emocionales.
  3. Cuando mentimos nos tocamos o tapamos la boca, rascamos la nariz, arreglamos el pelo y nuestro cuerpo adopta una postura más rígida.
  4. Al mentir cometemos incongruencias entre lo que decimos y lo que nuestros gestos reflejan.
  5. Si la mentira es premeditada, solemos alzar el tono de voz para dar mayor firmeza y convicción a nuestras palabras, utilizando un lenguaje forzado y sofisticado. Si la respuesta es espontánea, tendemos a bajar el tono de voz o hablar de forma monótona. En otras ocasiones, simplemente adoptamos un tono humorístico y sarcástico con el fin de evitar el tema principal o delicado.
  6. Tendemos a tragar saliva de forma reiterada fruto de nuestro nerviosismo.
  7. Cuando nos preguntan algo, respondemos a una pregunta con otra pregunta o repitiendo la pregunta, con el fin de ganar tiempo y pensar qué decir. Nuestro tiempo de latencia para responder a la pregunta suele ser mayor.
  8. Damos demasiadas explicaciones y justificaciones para poder convencer a nuestro interlocutor de nuestra inocencia. Nuestras respuestas son más bien tangenciales.
  9. Durante el discurso verbal el que miente tiende a hacer pausas repetidas o prolongadas, acompañadas de excesivos gestos corporales.
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