Me gustaría iniciar éste artículo con la vivencia en primera persona del relato de un joven sobre sus pensamientos intrusivos y cómo éstos a lo largo de su vida le han condicionado sin saber que tenía FOBIA DE IMPULSIÓN. “El laberinto de los pensamientos negativos “.
El miedo de las mil caras. “Genealogía de la obsesión”
El miedo es una emoción natural que, en condiciones normales, apenas deberíamos tener. Hasta nuestra última visita no me consideraba alguien que viviera con un fuerte componente de miedo en su vida; si ansiedad, preocupación, angustia y obsesión, pero no miedo. A raíz de nuestra conversación, me di cuenta que soy una persona que vive rodeada de miedos irracionales que me bloquean, me limitan y me empequeñecen, distorsionando no solo la realidad, sino también mi autoconcepto.
Esto me hizo pensar e intentar hacer un ejercicio genealógico, de buscar cuándo empezó este pensamiento obsesivo y autodestructivo tan potente, que se puede traducir en “miedo a..:”, con el objetivo de entender lo que me pasa.
En bachillerato recuerdo un día en el qué lo pasé muy mal durmiendo en casa de un amigo, ya que dormí en la habitación de su hermano (que no estaba), al que de nada conocía. Con la perspectiva falsa y, además, ¿qué hubiera implicado? Para mi mente, un gran peligro de que volviese, dormí muy ininterrumpidamente hasta que volví a mi casa a muy primera hora de la mañana. Estando ya con María (18 años) recuerdo episodios puntuales de ansiedad desenfrenada, en el que le decía que tenía miedo “a volverme loco”, a ser una persona horrible que hiciera cosas terribles. Esto no venía dado de ningún suceso real que lo hubiera desatado, ni de ninguna experiencia traumática. De forma similar a como me pasa actualmente, era más bien un pensamiento que un buen día cruzaba mi mente, se instalaba, y se iba haciendo grande y poderoso (como un parásito) hasta que me paralizaba del todo; cuando no podía más, un buen día colapsaba y rompía a llorar.
Aún en bachillerato, recuerdo un episodio de ansiedad y obsesión muy fuerte que creo que merece la pena plasmar. Volvíamos del patio y tiré un cigarrillo en una cloaca cualquiera. Una vez en clase, empezaron a azotarme distintas ideas: “¿y si has provocado un incendio?”, “¿y si te denuncian? Irás a la cárcel por provocar un incendio”, entre otras. La ansiedad era tal que, finalmente, pedí permiso a la profesora para salir de clase (con la excusa de haberme dejado la chaqueta en la calle) e ir a ver si la cloaca estaba en llamas.
Evidentemente, no lo estaba, y volví a clase sin la chaqueta fantasma. En mi mente el incendio era muy real, y quedé pasmado ante el absurdo que yo mismo había elucubrado.
Durante la universidad tuve un miedo tan absurdo que cuesta creer: tenía miedo de vomitar. Durante años llevé papel en el bolsillo, por si acaso, y jamás me sentaba ni delante ni en el medio de las largas filas universitarias, sino siempre en un extremo. Jamás vomité, y jamás tuve la necesidad real de salir corriendo. Eso sí, las lavadoras se llenaron de pantalones con papeles en los bolsillos.
Solo un único día, acuciado por la ansiedad (yo aún no le ponía ese nombre, porque no sabía lo que era) pedí salir en medio de un examen para ir al baño. Obviamente, ni vomité ni pasó nada. Al minuto volví para acabar mi examen. Ahora, con perspectiva, me doy cuenta de que me pasé con ansiedad toda mi etapa universitaria, haciendo los exámenes a toda prisa y sentándome siempre alejado de cualquier otra forma de vida.
Durante los festivales de música, sufrí ansiedad por estar incomunicado, o lejos de casa. También me pasó yendo al cine (esto ya estando contigo en terapia) y, como sabes, pasé muchos años auténticamente obsesionado con los ruidos del piso, poniendo la máxima atención a eso, estando en el trabajo pensando en si ese día había mucho ruido o no. También me dieron miedo las noches, por la ansiedad que podía sentir si me despertaba a mitad del sueño.
Conclusiones del miedo de las mil caras. “Genealogía de la obsesión”
De esto saco distintas conclusiones:
En primer lugar, el miedo ha sido siempre el mismo, las obsesiones llevan años estando ahí, aunque han tomado formas y caras muy diversas. Tanto es así que, por ejemplo, hace años estaba obsesionado con los ruidos, pero no me importaba tanto dejar a los gatos solos en casa (ya que viajar me ayudaba a huir de los ruidos, mi foco de ansiedad de ese momento).
En segundo lugar, todas las obsesiones vistas en perspectiva son absurdas e irracionales, aunque todas parten, como ya sabes, de un concepto de mí mismo pésimo, totalmente distorsionado de lo que es mi yo real, mi yo tangible con mis actos y los del mundo y la gente que me rodea. Aun así, aun sabiendo esto, es evidente que han tenido un impacto tangencial y limitador en mi vida.
En tercer lugar, mi mente hace auténticas proezas para intentar convencerme (con argumentos) de que aquello que me obsesiona o que me da miedo es real, e intenta demostrarme que tiene la razón de forma constante.
Como conclusión final, es evidente que en muy pocos episodios de mi vida los he conseguido mantener a raya, ya que, como un virus, mutan, y cuando desactivas uno cambia de aspecto para sobrevivir, así como que mi mente está entrenada para destruirme y para dar un aspecto totalmente racional a esta ansiedad tan irracional.
A partir de aquí, la pregunta más importante que se me presenta es: ¿por qué?
Qué es una fobia de impulsión
Las fobias de impulsión, se fundamentan en la experimentación por parte del individuo de pensamientos intrusivos, aquellos que aparecen de forma involuntaria, automática, sin que nosotros queramos. Se manifiestan como imágenes desagradables o de contenido violento, inmoral o obsceno –desde la perspectiva de la persona. Existe una disonancia entre lo que piensa la persona y lo que quiere la persona. Esta siente que está luchando contra sí misma, como si tuviese un monstruo en su interior. Valora estos pensamientos como algo catastrófico, deseando borrar o luchar por eliminar esas imágenes con el resultado de experimentar con mayor intensidad, ansiedad y angustia, y al ver que no puede controlar sus pensamientos, refuerza la idea de pérdida de control, intensificando su sensación de miedo.
Las fobias de impulsión pueden presentarse solas o formar parte del Trastorno Obsesivo Compulsivo. La persona experimenta un miedo intenso a dejarse llevar por algún impulso agresivo, a perder el control sobre sí mismo o volverse loco. Esta fobia es más frecuente de lo que podríamos pensar, es muy incómoda y desconcertante y provoca un gran sufrimiento y angustia, con elevados niveles de ansiedad y obsesividad.
¿Qué tipo de personas son las más susceptibles a sufrir este tipo de fobia de impulsión?, pues aquellas con rasgos de personalidad como la hiperresponsabilidad, el perfeccionismo, una elevada autoexigencia y necesidad de control. Cuando estas personas están sometidas a situaciones vitales con altos niveles de ansiedad o estrés se dan las circunstancias para que estas condicionen su vida y su capacidad de adaptación al medio.
Qué generan los pensamientos intrusivos
“ tener pensamientos desagradables no significa ni que sean reales, ni que se vayan a cumplir. Tener pensamientos poco racionales es algo más frecuente de lo que creemos”.
Los pensamientos intrusivos que atentan contra nuestros principios o valores (morales, éticos o religiosos..) disparan nuestras alarmas generando:
- Fuertes sentimientos de culpa y vergüenza
- Un deseo infructuoso por controlar nuestros pensamientos
- Un miedo por volvernos locos
- Un cuestionamiento personal : en el fondo quiero hacerlo? ¿Es porque lo voy a hacer? ¿Soy una persona horrible?..
El valor o interpretación que podamos dar a este tipo de pensamientos es lo que nos puede llevar a caer en un bucle del cual no sepamos salir de ahí la generación de la angustia vital y el miedo o fobia. Cuando tratamos de no pensar en algo y nos sentimos mal ( culpables o ansiosos) por no poder controlarlo o evitarlo, se produce el efecto contrario, pensamos más y más en ello. Las personas creen que evitando ciertos lugares, objetos, situaciones o personas ..la ansiedad o el miedo desaparecerán , pero el resultado es una mayor vulnerabilidad ante la ansiedad. Estos individuos a lo largo de su vida sufren graves problemas de autoestima y como consecuencia pueden padecer trastornos depresivos.
Los tipos de fobia de Impulsión que una persona suele experimentar varían según la persona e incluso puede darse más de una a la vez. Las más frecuentes son:
- Miedo a hacer daño a los demás, generalmente a seres queridos
- Miedo a atropellar a alguien mientras conduces
- Miedo a volverse loco o padecer alguna enfermedad mental
- Miedo a ser homosexual
- Miedo a hacerse daño a uno mismo
- Miedo a ser un pedófilo
Cómo podemos solucionar las fobias de impulsión?
En primer lugar debes tranquilizarte porque tu problema tiene solución, existen varios tipos de terapia psicológica que te pueden ayudar a solucionar tu problema , simplemente debes acudir a un terapeuta experto en trastornos de ansiedad. Este te ayudará a identificar el tipo de obsesión que te persigue, la forma en la que te aparece ( imagen o pensamiento) y tu forma de reaccionar ante la misma. Tú sufrimiento puede erradicarse con un tipo de terapia adecuada, hoy día las técnicas más eficaces para tratar este tipo de problema son la terapia Cognitivo-conductual TCC, la terapia breve-estratégica, la relajación, Terapia de aceptación y compromiso, el Mindfulness, la terapia farmacológica..
En mi opinión la Terapia Cognitivo-Conductual , según los numerosos estudios científicos es la terapia que mejor respuesta proporciona a la persona que padece fobias de impulsión, esta llega a resolver entre 60-90% casos de forma exitosa.
No escondas estos pensamientos , coméntalo con un ser querido o un profesional. Esto te servirá para normalizar este tipo de miedos y darte cuenta de cuenta que otros también han tenido ese tipo de pensamientos alguna vez.