La ansiedad en la sociedad actual

Estaba en el despacho. Era un día aparentemente tranquilo. Sonó el teléfono: era la jefa, y no parecía demasiado colérica como de costumbre. Me levanto y siento unos pinchazos muy fuertes en el pecho. Al principio, no les doy importancia, pero es como una mano que me oprime el corazón. Camino por el pasillo y, por un momento, siento que voy a caer al suelo de un momento a otro. Intento tranquilizarme, pero me cuesta respirar y siento miedo de que me pueda pasar algo. Me acompañan al hospital, a urgencias. Me miran, me auscultan e, incluso, me hacen un electrocardiograma. ¿Está usted estresado últimamente? Bueno, sí, llevo meses con bastante presión. ¿Ha sufrido usted un ataque de pánico? Habrá que parar un poco, ¿No cree? –me dice el médico mirándome a los ojos.  Así es como un amigo me relató un episodio que le ocurrió hace unos meses. 

Los ataques de pánico

Los ataques de pánico comienzan repentinamente y pueden alcanzar su punto más fuerte en veinte minutos. Aunque pueden confundirse, por sus síntomas, con un dolor torácico, son la manifestación extrema de una crisis de ansiedad.

Como primates y mamíferos tenemos instintos. El ser humano, ante el peligro,  genera ansiedad como algo que mejora el rendimiento y la capacidad adaptativa ante una situación amenazante: atacar, saltar, defenderse, correr, etc. Es decir, realizar todo aquello que sea necesario como mecanismo de supervivencia. Pero, ¿qué pasa cuando nuestra mente reacciona así de forma inusitada y sin un peligro real? ¿Qué sucede cuando nos dificulta tener una vida normal? 

La ansiedad a día de hoy

Actualmente, la vida es más fácil que antes en muchos sentidos. Además, los niveles de vida en el mundo industrializado occidental son más altos que nunca. Sin embargo, los índices de ansiedad de la población mundial parecen estar aumentando en todo el mundo, superando incluso a la depresión. ¿Cómo es esto posible? ¿No tendríamos que estar menos ansiosos de lo que estábamos en el pasado? En realidad, la vida urbana, el aumento de la movilidad geográfica, la expansión de los valores y libertades democráticas, la industrialización o el nacimiento de la economía de mercado han contribuido a mejorar enormemente la calidad material de la vida de millones de personas, pero a la vez han contribuido a elevar el grado de ansiedad. 

Los estudios científicos siguen investigando qué incide en el individuo para que éste sufra devastadoramente una ansiedad importante. Se preguntan: ¿Es un desequilibrio exclusivamente biológico que se puede tratar con fármacos?, ¿ha sido adquirida en su entorno familiar traumático?, ¿puede la psicología resolver mediante terapia dicha ansiedad para el individuo? 

La ayuda terapéutica para combatir la ansiedad

La terapia con un psicólogo especialista en ansiedad puede ayudar al individuo a reducir y comprender su ansiedad, además de aprender mediante recursos propios a desarrollar una persona con mayor autoestima y confianza ante su devenir vital. En resumen, la terapia ayuda al sujeto a entender cómo funciona su mente. 

La ansiedad no puede evitarse, pero sí reducirse. La cuestión en el manejo de la ansiedad consiste en reducirla a niveles normales y después, en utilizar esa ansiedad normal como estímulo para aumentar la propia percepción, vigilancia y ganas de vivir”. (Rollo May, The meaning of Anxiety 1950). 

En cualquier momento podemos sufrir una crisis: nacimiento de nuestro primer hijo/a, durante un examen, antes de acudir a firmar ante un notario, coger un avión, un tren, un coche, o en días muy rutinarios o corrientes (leyendo un libro, viendo la TV, jugando al tetris, tomando un refresco…). El sujeto atacado por la ansiedad se ve atrapado por una abrumadora sensación de angustia existencial y aquejado de náuseas, temblores y toda una panoplia de síntomas físicos.

Un trastorno de ansiedad es una reacción continua y errónea porque no existe un peligro real: se trata de una respuesta  poco apropiada que nos dificultará actuar de una manera eficaz. En ese caso, es positivo acompañarse de una terapia para identificar el porqué del estado y como aprender a equilibrar de nuevo nuestras emociones en base a pensamientos realistas y saludables.Vivir en el aquí y en el ahora -en el presente- es algo importante para disfrutar de la vida. Vivir encadenados al pasado por la tristeza, la culpabilidad u otros pensamientos, estar preocupados o con ansiedad por lo que pueda suceder nos limita y nos puede impide vivir y disfrutar de lo que nos ofrece la vida en este momento. 

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