Años atrás, los padres no hablaban sobre la sexualidad: era tabú. Hoy en día, muchos de ellos hablan sobre este tema con total sinceridad con sus hijos y así, establecen un puente de confianza. Son padres observadores, padres que se acercan a sus hijos y que están muy atentos para evitar posibles situaciones de conflicto en la adolescencia, así como la soledad.
La intimidad sexual es muy importante en el individuo y por esta razón, es fundamental naturalizarla y no dejarla en manos de elementos externos que pueden ser muy nocivos y que pueden crear distintas problemáticas. Sin embargo, en la adolescencia hay un distanciamiento con el entorno familiar porque hay un proceso de creación de identidad, de encontrar el propio camino. Por ello, muchos jóvenes para informarse navegan por grandes redes sociales, Google, vídeos, revistas, y otras plataformas que, si no están bien orientadas y no son fiables, pueden provocar una distorsión sobre la sexualidad.
Etapas de la adolescencia
Según la OMS y otros organismos la adolescencia se distingue en 3 etapas:
- Adolescencia temprana (11-13 años): Se caracteriza por la velocidad de los cambios físicos, porque el joven se encuentra aún lejos del deseo sexual del adulto. Se presenta como una fase de autoexploración, donde él empieza a descubrir pequeños cambios y va experimentando en su organismo. Aquí aparece la masturbación.
- Adolescencia media (14-17 años): Aparece un deseo sexual mucho más incrementado. Es la fase hormonal donde empieza a proyectarse con mayor intensidad, donde la sensación de invulnerabilidad y fortaleza inducen al joven a comportarse de una forma narcisista. De hecho, el peor peligro del hombre en la adolescencia es el mismo -la virilidad le lleva a hacer comportamientos de atrevimiento y riesgo-, y el peor de la mujer es quedarse embarazada. Es la etapa del auge romántico, de una idealización hacia el otro que no se domina, del impulso que puede a la razón.
- Adolescencia del autocontrol: En esta etapa pasamos del deseo a la madurez, el cuidado en sí de las relaciones sexuales, el control, el respeto y la comprensión por el otro. El individuo ya es un ser adulto y la relaciones sexuales ya son maduras, seguras y el deseo no solo responde a un estímulo, a impulsos, sino que ya busca otros valores morales y éticos, como la confianza y la reciprocidad.