Vergüenza: La psicología de las emociones

¿Quién no ha experimentado alguna vez el clásico rubor facial que aparece rápidamente en el rostro y el cuello? El corazón se acelera y una intensa sensación de calor invade nuestra cara y llega hasta las orejas. Estas reacciones de nuestro sistema nervioso ocurren cuando nos convertimos en el centro de atención.

Pero, ¿Qué es la vergüenza?

La vergüenza es una emoción que todos experimentamos como seres humanos. Surge como una respuesta de nuestro organismo para adaptarnos al entorno que nos rodea. Es un mecanismo poderoso y evolutivo. Cuando sentimos vergüenza, actúa como una señal que nos indica lo que es correcto y aceptable dentro de un grupo social, permitiéndonos asumir esas reglas como propias. Al interiorizar las normas del grupo al que pertenecemos, nos convertimos en miembros plenos.

¿Cuándo la vergüenza es algo negativo?

En muchas ocasiones puede ser algo que sentimos de manera puntual y que no tiene consecuencias negativas, sino que nos ayuda a ser conscientes de nuestras limitaciones, nos mantiene equilibrados y promueve una actitud humilde. En otras ocasiones, puede convertirse en algo patológico y puede causar mucho sufrimiento hasta el punto de destruir todo nuestro equilibrio y bienestar personal. La persona con una vergüenza patológica experimenta un gran vacío personal, aislamiento social, frustración, miedo , rabia y  gran autocrítica  que limita su vida diaria hasta el punto que trata de ocultar su identidad en otras máscaras y se convierte en una persona rígida y perfeccionista.

 ¿La sociedad ve en la vergüenza un problema?

La vergüenza se desarrolla a medida que aprendemos a adaptarnos al entorno. Durante los primeros años, experimentamos emociones primarias como sorpresa, alegría, tristeza, asco, ira y miedo. Con el tiempo, desarrollamos emociones más complejas como culpa, celos, orgullo, bochorno, vergüenza y arrogancia. A partir de los tres años, comenzamos a construir nuestra identidad y evaluarnos según las normas sociales que aprendemos. La forma en que se nos ha criado y las experiencias tempranas afectan nuestra autoestima y capacidad de adaptación. Los adultos que ejercen un control excesivo pueden generar baja autoestima y ansiedad en las críticas sociales. La vergüenza puede originarse en experiencias negativas, como rechazo o abuso, y afectar nuestra calidad de vida. Es importante buscar estrategias terapéuticas para ayudar a quienes sufren de vergüenza y enrojecimiento facial.

Cómo no tener vergüenza. El Tratamiento

A continuación exponemos algunos consejos que nos pueden ayudar a superar la vergüenza.

  1. Aprender o desarrollar habilidades de autorregulación emocional con el fin de calmar nuestra ansiedad (técnicas de relajación, yoga, mindfulness, deporte etc).
  2. Aprender a identificar nuestros pensamientos negativos e irracionales y sustituirlos por otros más adaptativos y racionales.
  3. Contactar con un terapeuta e iniciar una terapia que nos permita adquirir herramientas y habilidades sociales y adaptativas con el fin de mejorar nuestra autoestima.
  4. Compartir lo que nos sucede con otras personas.
  5. Dejar de proyectar sobre los demás una imagen negativa de nosotros mismos.
  6. Exponernos de forma gradual de menor a mayor vergüenza a aquellas situaciones que nos limitan (hablar en público, enseñar nuestro cuerpo, presentarnos a un examen, acudir a una cita etc.)
  7. Trabajar en nuestra autoaceptación, somos únicos ni mejor ni peor que nadie.
  8. Desinhibirnos más, dejarnos ir y ser uno mismo.
Abrir chat
1
¿Necesitas ayuda?
Hola, ¿en qué podemos ayudarte?

Nuestro horario:
Lunes a Viernes de 9:00h a 20:00h