¿Qué estamos dispuesto a hacer sexualmente para satisfacernos a nosotros mismos? ¿Y a otros? Aunque nos parezca extraño, hay personas que no practican sexo habitualmente o que sus fantasías sexuales son muy escasas o simples. Sin embargo, la gran mayoría de personas lo practicamos y nuestras fantasías son tan diversas como la propia inquietud de la persona hacia las mismas. En todas ellas, nosotros somos su protagonista, variando la temática del escenario y el relato de la historia. Podemos ser voyeristas, exhibicionistas, violadores, policías, enfermeras, un pobre hombre indefenso, etc. En definitiva, un sinfín de personajes que en determinadas escenas y acciones nos llevan a la excitación máxima: el orgasmo.
Qué son las fantasías sexuales
Las fantasías sexuales no son más que imágenes visuales que nuestra mente genera para construir un relato donde el sexo con otro/s nos ayuda a enriquecer nuestra sexualidad.
La fantasía sexual es más rica o menos en función de nuestra imaginación y deseo personal: construimos una imagen de nuestra pareja ideal haciendo justo lo que nosotros quisiéramos que nos hicieran. Nuestra vida sexual ocurre al asedio de la fantasía, ya que cuando ésta aparece dirige nuestros deseos y nuestra creatividad hacia nuevos territorios del placer y además, nos da a conocer los límites de nuestros presupuestos morales.
Los tapujos sociales, la educación y otros valores más personales -la autoestima o la confianza en uno mismo-, influyen en cómo entendemos y asumimos el concepto de excitación sexual. Concretamente, estos inhibidores pueden llegar a ser tan relevantes en la construcción de nuestra fantasía sexual como los factores de excitación. En nuestra sociedad, existen múltiples presiones sociales que pueden bloquear nuestra capacidad para descifrar nuestros verdaderos deseos sexuales. Esto también puede provocar estrés y otros problemas que se deben consultar con un psicólogo especialista en ansiedad.
La fantasía guarda su magia en nuestra mente, ya que muchas veces al ser realizada puede perder ese toque especial que nos provoca diversas ensoñaciones. En realidad, no es malo querer hacer realidad una fantasía sexual. De hecho, aporta un nuevo aire a nuestras relaciones de pareja donde a menudo, se ha instalado la monotonía o la rutina. Por ello, estas prácticas siempre deben de ser realizadas con consentimiento mutuo para que sean experiencias gratificantes -no desagradables- para sus participantes. Echar a volar nuestra imaginación es muy bueno, porque no tememos sus consecuencias y podemos liberar nuestras frustraciones o tensiones. Sin embargo, no debemos basar nuestra vida sexual en ellas.
Cuáles son las fantasías más comunes que cuentan las mujeres
- Practicar sexo con su pareja en la playa, en el mar, en público, o en casa de una expareja.
- Tener sexo con otra mujer.
- Reencontrarse con un amor del pasado apasionadamente.
- Ser sometidas a la fuerza por uno o varios hombres.
- Tener sexo oral.
- Practicar sexo casual en un lugar exótico con un hombre irresistible.
- Vivir una historia de amor como en las películas románticas.
- Convertirse en una especie de prostituta.
Cuáles son las fantasías más comunes que cuentan los hombres
En este caso, las fantasías que los hombres cuentan en sí difieren en aspectos a las de las mujeres:
- Les encantaría verse dominados por una mujer, convirtiéndose en su esclavo sexual.
- Practicar sexo con una desconocida en un lugar público.
- Hacer un trío con su pareja u otra mujer.
- Poder estar observando mientras su mujer está en la cama con otra mujer.
- Observar como practican sexo otras parejas.
- Aunque les cuesta expresarlo, ver como su mujer tiene relaciones con otro hombre.
- Participar en una orgía.
- Practicar sexo anal.